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viernes, 9 de mayo de 2008

Se reservan once zonas como posibles «almacenes» de carbono

Madrid, 7 may (Abc).- Aunque no se espera que la captura y almacenamiento de carbono sea una realidad comercial hasta pasado el año 2020, el Gobierno ya ha dado los primeros pasos para que algún día nuestro subsuelo terrestre y marino pueda «esconder» parte del dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera. Así, desde el pasado 8 de febrero y hasta el 3 de abril, el BOE ha publicado once resoluciones, de la Dirección General de Política Energética y Minas, de reserva de zona a favor del Estado «susceptibles de ser un efectivo almacenamiento de dióxido de carbono».

Se trata de zonas que en principio son idóneas geológicamente hablando, si bien se deberán hacer estudios de viabilidad y los correspondientes estudios de impacto ambiental cuando se presenten proyectos para esas zonas, algo que no ocurrirá hasta que la Unión Europea apruebe la regulación de esta tecnología, previsiblemente en 2009.
Las zonas que reúnen condiciones favorables para servir como almacenes de carbono se sitúan en Asturias (2), Aragón (2), Cantabria, País Vasco, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana, según las resoluciones publicadas en el BOE. De éstas, cinco son áreas marinas -dos en Asturias, frente a Buelna y Llanes; una en Cantabria, frente a Suances; una en la bahía de Huelva, y otra más en Vizcaya, frente a Mundaka.
Entre 500 y 900 Km2

Desde Greenpeace, la responsable de la campaña de cambio climático, Raquel Montón, quien ha estudiado las zonas propuestas, asegura que se trata de áreas de entre 500 y 900 kilómetros cuadrados (esta superficie tiene la zona reservada en la bahía de Huelva, por ejemplo) y que en algunos casos están muy próximas a espacios de alto valor ecológico, como las lagunas de Ruidera, en Ciudad Real, o el parque nacional de Doñana, para la zona reservada frente a la costa de Huelva.

No es el único peligro que desde esta organización ecologista ven al uso de esta tecnología. Según denuncian en el informe «Falsas esperanzas: por qué la captura y almacenamiento de carbono no salvará el clima», se trata de una tecnología cara y que entraña peligros para los ecosistemas y los seres humanos, ya que el riesgo de fugas, en el mejor de los casos, sería del 1 por ciento.

En este sentido, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) trabaja desde hace dos años en el proyecto europeo Geocapacity sobre almacenamiento de CO2. Y desde allí matizan que se trata de buscar simplemente formaciones y estructuras iguales a las que la naturaleza ha desarrollado y que durante millones de años han mantenido secuestrado el petróleo o el gas o, en el caso de nuestro país, estructuras llenas de agua salina -no apta para la agricultura ni para el consumo humano-, que no se ha escapado en todo este tiempo. Las estimaciones del IGME sobre el mapa español de secuestro de CO2 apuntan que la España peninsular podría almacenar al menos entre 45-50 gigatoneladas de CO2, sin contar la plataforma continental.
Fuente: Fundacion Entorno
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